Es sabido que poca gente hay más adecuada para trabajar en publicidad que los poetas, pues ellos dominan los recursos lingüísticos perfectos para crear lemas con efecto: los juegos de palabras, la asociación sorprendente, las aliteraciones, los contrastes.
«Puleva le va»
«Eres grande, pequeño» (Publicidad del Citroen Visa 2)
Si además de poeta eres filólogo, mejor que mejor. No hay ningún filólogo (¡espero!) en la agencia publicitaria responsable, que haya parado a tiempo la chapucera y sonrojante campaña del Banco de Santander, en la que presumen de haber inventado algo. Nada más fácil para hacer creer que has inventado algo que inventarte una palabra. Para hacer eso se echa mano del latín y el griego siempre, claro. Pero ay, hay que saber.
Esto no es saber: «Digilosofía»

Con esta palabreja quiere presumir, este banco, de su apuesta por la tecnología, por «lo digital», o sea por una relación con sus clientes a través del teléfono móvil.
Vale, pero…¿Digilosofía? ¿Qué tiene de malo la palabra «Digitosofía»? ¿Por qué «lo» en lugar de «to»?
Esta chapuza de neologismo se debe a la ignorancia pasmosa de que las raíces de filosofía, sin duda la palabra que ha inspirado «digilosofía», son «filos» (φίλος) y «sofía» (σοφια), amigo y ciencia/sabiduría respectivamente.
¿Qué palabra querían inventar los publicistas del Santander? ¿Acaso algo que significase «la filosofía del dígito»? ¿O sin más «la ciencia de lo digital»? En el primer caso deberían haber creado la plabra «filodigitosofía», por ejemplo. También «filodigitología», o «digitofilia».
Según dicen «Digilosofía» es «utilizar la tecnología en beneficio de las personas y las empresas». Eso es «tecnomanía». Le quieren dar un barniz humanista a una aplicación de móvil, un cacharro creado para que los humanos no nos veamos la cara. Es una aplicación muy útil, sin duda. Pero han machacado la lógica linguística para promocionarla.
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